NUEVO ROL DEL DOCENTE EN EL SIGLO XXI
Por: Jessica Milagritos ORÉ
CASIMIRO
Un buen maestro impresiona para la
eternidad y nunca se puede decir cuándo termina su influencia. (Henry Brooks
Adams)
¿Quién, al hacer memoria sobre sus experiencias de
estudiante, no recuerda a un gran maestro? Es inevitable que la imagen de aquel
hombre o aquella mujer que impartió con tanta pasión sus enseñanzas no se
filtre como ángel aparecido en nuestro corazón cuando evocamos escenas
escolares de nuestra niñez.
En todo tiempo han existido buenos maestros, quienes han demostrado en el ejercicio de su labor una
calidad indiscutible. Sin embargo en la actualidad, el saber del maestro ha
sido puesto en tela de juicio debido a que los adelantos científicos y tecnológicos
han desarrollado aceleradamente y a que las formas de enseñar y aprender se han
renovado a la luz de nuevas teorías y tendencias pedagógicas, redefiniendo el
perfil del docente de hoy. Esto ha devenido en que muchos colegas, perdiendo el
entusiasmo que involucra la tarea cotidiana de enseñar, queden rezagados dando
paso a la rutina infructuosa de transmitir información, sin promover el
desarrollo y fortalecimiento de capacidades donde cobre papel protagónico el
cómo enseñar antes que el qué enseñar.
Para cambiar esta realidad el maestro tendría que mirar retrospectivamente su práctica de
enseñanza, propiciando una profunda reflexión y análisis para –de esta manera-
hallarle las inconsistencias y asumir
que su rol debe entrar en un proceso de renovación fortaleciendo aquellas debilidades y transformando lo obsoleto.
Al respecto, nuestro país también viene ideando nuevas
políticas dirigidas a fortalecer la profesión. Ello se plasma en el Marco de
Buen Desempeño Docente como una guía que encamine el logro de aprendizajes
fundamentales de los estudiantes, movilizando al magisterio hacia el logro de
un desarrollo profesional permanente, sintetizado en cuatro dominios, nueve
competencias y cuarenta desempeños exigibles a todo profesor o profesora. Así
entonces, se promueve el cumplimiento del tercer objetivo del Proyecto
Educativo Nacional “Maestros bien preparados ejercen profesionalmente la
educación”
Sin duda, la transformación de la práctica docente es la
que garantizará la formación de nuevas generaciones con un perfil renovado
donde se privilegien la criticidad y la autonomía, dejando atrás
tradicionalismos pedagógicos, pasando de un escuchar y ver a un actuar dinámico
y promoviendo la producción de conocimientos vinculados a la cultura y realidad
de los educandos y -tomando además- decisiones en un marco ético.
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